Marc Larré Cuenco cuenca
Entras al mar.
El mar no habla
se expresa cuerpo a cuerpo
acoge, abriga, envuelve, templa, turbia.
Das un primer paso y notas como
las arrugas en la planta de los pies
son ahora las arrugas en el suelo arenoso que pisas
ambos suelos se acomodan
redoble de pasos acompasados
la huella es la hospitalidad de las cosas.
Las dunas son olas detenidas
sostenidas en el tiempo
desplazándose grano a grano
imperceptiblemente.
El movimiento en la superficie
se proyecta al fondo como una maya de luz
la caricia del viento en la película quieta
es caricia también en las neuronas
el fondo es la figura de lo que figura en superficie.
Triple movimiento de las olas
líquido, arenoso, lumínico
agua, arena y aire comparten modos y patrones
se acoplan y amoldan a lo que cada uno hace.
Y jugamos a mantener la palma de la mano semihundida
tensión superficial que también es epitoma del tacto
cada paso es una pérdida de peso
empuje, sitio concedido.
Hasta que el mar nos levanta
agarrándonos por el cuello
contractura suave que nos deja suspendidos
sin peso y con el cuerpo ligeramente presionado.
Y ver la trampa también
como ese sol que justo ahora asoma en el horizonte
se refleja en la superficie
y nos hace creer que baila sólo para uno.
Tal vez esta percepción esté en la base
de un error de lectura
que funda toda una cultura
y una manera de ver.
El mar no habla
se expresa cuerpo a cuerpo
acoge, abriga, envuelve, templa, turbia.
Das un primer paso y notas como
las arrugas en la planta de los pies
son ahora las arrugas en el suelo arenoso que pisas
ambos suelos se acomodan
redoble de pasos acompasados
la huella es la hospitalidad de las cosas.
Las dunas son olas detenidas
sostenidas en el tiempo
desplazándose grano a grano
imperceptiblemente.
El movimiento en la superficie
se proyecta al fondo como una maya de luz
la caricia del viento en la película quieta
es caricia también en las neuronas
el fondo es la figura de lo que figura en superficie.
Triple movimiento de las olas
líquido, arenoso, lumínico
agua, arena y aire comparten modos y patrones
se acoplan y amoldan a lo que cada uno hace.
Y jugamos a mantener la palma de la mano semihundida
tensión superficial que también es epitoma del tacto
cada paso es una pérdida de peso
empuje, sitio concedido.
Hasta que el mar nos levanta
agarrándonos por el cuello
contractura suave que nos deja suspendidos
sin peso y con el cuerpo ligeramente presionado.
Y ver la trampa también
como ese sol que justo ahora asoma en el horizonte
se refleja en la superficie
y nos hace creer que baila sólo para uno.
Tal vez esta percepción esté en la base
de un error de lectura
que funda toda una cultura
y una manera de ver.