JAN MONCLÚS
El trabajo de Jan Monclús (Lleida, 1987) se encuentra enmarcado en la conflictividad inmanente al pintor figurativo contemporáneo. En una disciplina como la pintura, con una tradición ingente y que ha sido dada por muerta repetidamente desde la segunda mitad del siglo veinte, no decir nada no es posible. Lo es menos si, además de la pintura, lo que te gusta es trabajar dentro de la figuración; a pesar de que está claro que hace mucho que perdimos el interés por lo representado, el objeto por el objeto.
Lo interesante del gesto en su obra reside en el fuera de campo, lo que hay más allá de los personajes y elementos recurrentes que habitan su mundo pictórico. Partiendo de la reflexión sobre la pintura per se y como campo expandido, su obra debe leerse como una alegoría sobre lo que puede ser pintar hoy. Por medio de esta pregunta, y del diálogo de las obras entre sí y con el espectador, el discurso meta-pictórico se abre a la reflexión de la realidad más allá de lo que vemos. A través de una micro-historia repleta de pequeños guiños y dividida en capturas de imagen entre lo real y lo onírico, Monclús nos habla de las condiciones de su trabajo, de sus referentes, de sus expectativas o de la precariedad del artista joven. Un relato nada mítico ni heroico, atravesado por la experiencia vital y contaminado por todo tipo de iconografías e historias.
El trabajo de Jan Monclús (Lleida, 1987) se encuentra enmarcado en la conflictividad inmanente al pintor figurativo contemporáneo. En una disciplina como la pintura, con una tradición ingente y que ha sido dada por muerta repetidamente desde la segunda mitad del siglo veinte, no decir nada no es posible. Lo es menos si, además de la pintura, lo que te gusta es trabajar dentro de la figuración; a pesar de que está claro que hace mucho que perdimos el interés por lo representado, el objeto por el objeto.
Lo interesante del gesto en su obra reside en el fuera de campo, lo que hay más allá de los personajes y elementos recurrentes que habitan su mundo pictórico. Partiendo de la reflexión sobre la pintura per se y como campo expandido, su obra debe leerse como una alegoría sobre lo que puede ser pintar hoy. Por medio de esta pregunta, y del diálogo de las obras entre sí y con el espectador, el discurso meta-pictórico se abre a la reflexión de la realidad más allá de lo que vemos. A través de una micro-historia repleta de pequeños guiños y dividida en capturas de imagen entre lo real y lo onírico, Monclús nos habla de las condiciones de su trabajo, de sus referentes, de sus expectativas o de la precariedad del artista joven. Un relato nada mítico ni heroico, atravesado por la experiencia vital y contaminado por todo tipo de iconografías e historias.
The work of Jan Monclus is marked by the imminent divisiveness of the contemporary figurative painter. In such a traditional discipline, as painting is, and as a consequence of the repetitive consideration of its death since the second half of the twenty century, it’s not possible to say nothing. And it is less possible if what you like is leading towards figuration; although it’s clear that a long time ago we lost our interest in representation of the object for the object.
The interest of his gesture resides outside of the scene, what it is beyond the recurrent characters and elements that dwell his pictorial world. Departing from the reflection about the painting itself and as an expanded field, his work must be read as an allegory about what painting could be today. Through this question and the dialogue between the works with themselves and with the viewer, a meta-pictorial discourse is locked within itself to the reflection of our beyond reality and becomes opened. Through a micro-story filled with small winks and divided by image shots between real and dreamscape, Monclús talks about his work conditions, his referents, his expectations or his precariousness as a young artist. A tale which is not mythic or heroic at all, crossed by vital experience and polluted by many kinds of iconography and stories.
Beatriz Escudero
The interest of his gesture resides outside of the scene, what it is beyond the recurrent characters and elements that dwell his pictorial world. Departing from the reflection about the painting itself and as an expanded field, his work must be read as an allegory about what painting could be today. Through this question and the dialogue between the works with themselves and with the viewer, a meta-pictorial discourse is locked within itself to the reflection of our beyond reality and becomes opened. Through a micro-story filled with small winks and divided by image shots between real and dreamscape, Monclús talks about his work conditions, his referents, his expectations or his precariousness as a young artist. A tale which is not mythic or heroic at all, crossed by vital experience and polluted by many kinds of iconography and stories.
Beatriz Escudero