ethall

  • EXHIBITIONS
  • 17m2
  • ARTISTS
  • NEWS
  • PUBLICATIONS
  • INFO
  • EXHIBITIONS
  • 17m2
  • ARTISTS
  • NEWS
  • PUBLICATIONS
  • INFO
Diego Paonessa   Encender una vela en el santuario de la amnesia
ENCENDER UNA VELA EN EL SANTUARIO DE LA AMNESIA*
​

El recuerdo de un mordisco en la nuca me dura tres días de media. Esos tres días que dura es tan intenso que pienso que ya no se va a ir. Hasta me agobia. Pero al final se va. Como todo. Se va y me olvido y entonces me sorprende haber pensado que no podría sacármelo, que esa intensidad era para siempre.

Tengo la cicatriz de un arañazo a los tres años en la nariz que aparece y desaparece. No me queda claro si es al tomar el sol o cuando hace frío que vuelve. Solo a veces se puede ver, en la parte de arriba del tabique, la zona más planita, entre los ojos. Tengo cicatrices en los tímpanos de otitis infantiles. Cada vez que me miran los oídos en la consulta, una exclamación me recuerda que siguen ahí. Esas parecen que nunca se irán. Menudo cuadro estos tímpanos. Tengo la marca de una fisura en la mandíbula. Un golpe contra una viga vertical a los seis. Mi madre dice que después de eso forraron todas las del patio y las convirtieron en columnas de cemento y chapa. Tampoco la veo pero debo recordarla para cuando veinte años más tarde aparezca en la radiografía del maxilofacial que me diagnostica bruxismo. Con la lengua me toco las marcas en las encías. Están ahí desde que me sacó las muelas del juicio un señor de corta estatura y bigote. Él iba regulando el sillón, cada vez más abajo, hasta el suelo casi, para hacer palanca y sacar las piezas de entre mis encías. Las muelas no había llegado a salir y él tenía los guantes llenos de sangre. Menuda escabechina. De adolescente me quitaron una mancha blanca enorme que cubría la mitad de mi incisivo central izquierdo. Entonces me daba vergüenza, ahora me gustaría tenerla.

Escribo esto imaginando la instalación de Diego en etHALL. Escribo a partir de una imagen mental que se forma durante una vídeo llamada, con un par de enlaces a tiendas de suministros. Ahora tengo una foto de su mesa de trabajo. Funciona. Una mancha incandescente aún fija, pero que se moverá. Una mancha incandescente que aparece en un punto mientras desaparece unos centímetros más atrás, como un escalofrío pero muy lento, un escalofrío larguísimo que recorre despacito un cuerpo. Es un suceso algo tenso. He vivido en etHALL otros momentos de tensión. Ya le confesé a Jorge que en una exposición en el antiguo local de la galería asistí a la explosión espontánea de una de las piezas. Era una barra de sal. Estalló contra el suelo. Yo estaba de espaldas a ella, en el lado opuesto de la sala. Yo no fui. Sonó precioso. Imagino que una fuerza misteriosa rompa así el magnetismo de las piezas de Diego. Un clong en lugar de un crass. Que la tierra le gane a los imanes.

A la mañana por el patio de luces de casa de Diego suben voces que cantan. Todos los días suben. Los domingos también. Todos los días los cantos se mezclan con la canción en bucle de turno. La de esas mañanas me suena a canción francesa pero es en japonés. Es Tsukikage No Nagisa de Miki Hirayama. Ese teclado me perseguirá hasta Madrid. La primera vez que hice la respiración de la abeja sentí cómo se me descontracturaba el cráneo. Para hacerla tienes que emitir un zumbido, proyectando tu voz con la boca cerrada, taparte los oídos con los pulgares y con el resto de los dedos, los ojos. Esa primera vez fue mágica y me ilusioné con que sería siempre así, que cada vez que sintiese presión craneal podría recurrir a ese sonido movilizador, provocado por mi propio cuerpo, capaz de flexibilizarlo. Pero qué va. Nora me dice que tengo que cantar más, que me apunte a un coro, pero no sé si a mi los coros me gustan. Me gustaba cantar con Christian en corrillo, eso sí. Allí sentía cómo las frecuencias que producía mi cuerpo lo reorganizaban y vibraban con las de las otras y salíamos con otros cuerpos que día a día volvían a engancharse, a agarrotarse, hasta que nos volvíamos a encontrar y de vuelta a la vibración. Cuerpos como acordeones. Cuerpos que vibran juntos, que se dan calor, que reaccionan y mutan, para luego separarse, pararse y coger algo de frío, hasta que de nuevo se encuentren.
Manuela Pedrón Nicolau

​*El título de este texto es el de la exposición de Diego Paonessa en etHALL que ha tomado prestado del track principal del álbum I Trawl the Megahertz de Paddy McAloon (2003)

​
Agradecimientos: Manuela Pedrón Nicolau, Solène Delrieu, Mario Santamaría, Miguel Angel De Heras, Hangar.org.
Address
​
Salvador 24

08902 ​, Hospitalet.
​Barcelona 

Opening hours​
​
​Tuesday - Friday
​11.00am - 15.00pm

Also by appointment
Contact
Jorge Bravo
+34 60 680 23 23
[email protected]
© COPYRIGHT 2023. ALL RIGHTS RESERVED.